lunes, 28 de diciembre de 2009

YOSEMITE TIERRA DE INDIOS-Parte 4


Quedaban 10 días para regresar a España, no teníamos mucho margen para entrar a nuestro objetivo final, The Shield (C.4-A2 5.8 ; 1000 metros) en el Capitán, teniendo en cuenta que preveíamos 4 noches en pared con 5 dias de escalda, más otro día para hacer los 10 primeros largos, los cuales después se ascienden por una línea de cuerdas fijas ya instaladas.




Al ataque pues, según el plan haríamos con Vane, una amiga de Benasque, estos 10 largos, free blash, comunes con otras 2 vias Salathe y Muir. Preciosos largos merecedores de hacer por si solos, fisuras, placas y chimeneas se combinan en este inicio hasta llegar las mamoth terrace. Desde aquí en 7 rápeles por cuerdas fijas, por donde constantemente descencienden y ascienden durante toda la temporada cordadas, de un par de milímetros mas gordas de su grosor original y sin a penas camisa que despelucharse , nos plantábamos de nuevo en el suelo.



Ya en suelo mirábamos por enésima vez el recorrido por donde discurre la Shield, intentando imaginarnos hay metidos. Por mucho que se mire no deja de ser sobrecogedora, intimidatoria la silueta del Capitán vista desde sus pies y más aún la línea de la ruta que habíamos elegido.

Todo iba según lo previsto, ahora tocaba un día de descanso para preparar con tranquilidad los petates; 25 litros de agua, zumos, batidos, 12 barritas energéticas, 4 latas y 4 sobres de comida preparada, hornillo, 3 juegos de friends, 2 juegos de empotradotes .…Cuando ya no teníamos nada que hacer nos dedicábamos a estudiar una y otra vez el croquis de la vía hasta que al final teníamos memorizado cualquier detalle de los 33 largos. El nudo en el estomago era constante las horas antes de empezar a escalar, mezcla de nerviosismo y a veces dudas de cómo saldrá todo, no puedes dejar de pensar en estar ya en la pared, el cansancio acumulado y el mal comer durante muchos de los días desde nuestra llegada también hacían mella, pero para poder tener éxito en este tipo de rutas no esta permitido tener dudas, la convicción de que vas a salir por arriba debe de ser del 100% y el deposito de la motivación al máximo de carga, sino estás condenado al fracaso.

A la noche, en una barbacoa alrededor del fuego despedíamos un par de amigos que regresaban a España, tomábamos el vino justo y nos íbamos a una hora prudente a disfrutar nuestra última noche en suelo firme, The Shield nos esperaba a la mañana siguiente.

6 de la mañana sonaba el despertador, pero no hacíamos intención de movernos del saco, el sonido constante del caer de la lluvia sobre la tienda nos hacía cerrar de nuevo los ojos y dar por echo que este día no iba a ser el más propicio para entrar al Capitán. Sobre las 9 de la mañana la situación de la tienda comenzaba a ser preocupante por el agua que se filtraba por las 4 esquinas, de forma que en todos los laterales de la tienda teníamos que poner ropa sucia y toallas que absorbiera el agua que entraba, sacos y mochilas eran apiladas en el centro en forma de isla. Con este panorama sólo quedaba llevarnos una taza a la cafetería, juntarnos con el resto de escaladores y servirnos un café tras otro sin pagarlos viendo llover por las cristaleras. Al día siguiente de nuevo volvía el buen tiempo, pero cuerdas, ropa, mochilas estaban empapadas con lo que nos dedicabamos a secarlo todo. Siendo sincero, estos dos días de descanso no venían nada mal para recuperar un poco más el cansancio acumulado.
Ahora si, después de preparar de nuevo todo, y con la seguridad de buen tiempo para los próximos dias, nos acostabamos bien mentalizados de comenzar a escalar The Shield.
De nuevo a las 6 de la mañana sonaba el despertador, y ahora si, desayunábamos, termminábamos de montarr los petates y nos poníamos rumbo a The Shield. El nudo en el estomago antes de entrar cada vez es mayor, mezcla de nervios, incertidumbre ante lo que vas a encontrar, las propias ansias de verte ya en faena…..Pero todo estas sensaciones desaparecen en cuanto empizas a yumarear el primer largo y subir los 50 kilos de los petates. En 6 largos que ascendiámos por cuerdas fijas y nos plantábamos en las mamoth terrace, lugar donde se inicia ya la escalada. Estos primeros largos son sencillos de hacer con un algún que otro paso picante que no superan el A2, el tiempo nos cunde y somos capaces de escalar 4 largos y así poder dormir en las repisas evitando tener que montar la hamaca. Con las primeras luces nos poníamos de nuevo en marcha. El día anterior había sido largo y físicamente agotador con lo que se hace duro esos primeros movimientos hasta que el Sol se levanta y los músculos vuelven a activarse. Un largo en diedro y una travesía de más de 40 metros nos situaban bajo el techo que da acceso al headwall. Desde el pie de vía no parecía que fuera tan pronunciado esta sección, pero cuando ves que la cuerda auxiliar sale despedida de la pared 7 u 8 metros te das cuenta de que no estás ante un simple resalte, y según sales del techo empieza realmente el espectáculo. En este punto montábamos la hamaca y ante de que la noche se nos echara encima ya estabámos en fase Rem. Bajo los pies 700 metros de vacio, sobre nuestras cabezas, un mar de gránito ligeramente desplomado y completamente liso, monotonía que solo se ve perturbada por un leve sistema de fisuras del grosor de una pincelada, y como compañero de viaje un fuerte viento capaz de poner las cuerdas en sentido horizontal. Esta sección de unos 150 metros requieren de la máxima concentración. El día sería duro, pero apurando hasta las últimas luces conseguiríamos superar estos 4 largos y disfrutar del marco incomparable que ofrece dormir en el Capitán a más de 800 metros del suelo. El cansancio empezaba a pasar factura y cada vez daba más pereza desentumecerse con las primeras luces. Pero ya sólo quedaba rematar la faena en dos días de escaladas sencillas que permitirían el goce de escalar sin presión alguna a casi mil metros del suelo. Finalmente tras 4 noches en pared y cinco días de ascensión poníamos los pies en suelo firme con una satisfacción plena.
En a penas 4 horas ya nos encontrábamos de nuevo en el campo 4 eufóricos y deseosos de meternos una buena comida acompañada de su correspondiente siesta.

Hasta la próxima Yosemite, seguro que nos volveremos a encontrar