domingo, 31 de enero de 2010

AMIGOS, RISAS Y DESPUÉS HIELO Y TRAVESIA









Estos días recibiamos en Benasque la visita de uno de esos compañeros de viajes, de escaladas, de andanzas, de historias cotidianas...La excusa para encontrarnos, como no, la montaña. Por otro lado también aparecían por el valle otros dos amigos más huyendo de la cólera de la gran ciudad, con lo que el finde semana se presentaba de lo más ameno.

Piolet en mano nos dirigimos a la cara norte de Bielsa. Para los que somos aprendices de todo y maestros de nada el resultado es acabar con los antebrazos empopeyados harto de no encontrar esas formas "evidentes" para colocar los pies, acabando finalmente por dar patadas de forma desesperada para hacerte un hueco donde poner los pies y golpeando al estilo Bud Spencer con los piolet por miedo a que en cualquier momento se vaya a salir. Pero bueno, lo que queda al final es el recuerdo de haber disfrutado un día con los amigos compartiendo lo que más nos gusta hacer, ir a la montaña.

viernes, 8 de enero de 2010

De como cada día vuelve a amanecer y hay alguien para poder verlo.

El sol sale por el este e inicia su lento ascenso. A las 5 de la mañana el sol aún no inicia su ascenso ni nada, se limita a no estar presente. Es en este momento, las 5 de la madrugada, cuando en un oscuro parking de un pueblo pirenaico se inicia una excursión.

Un poco después de las 6 los excursionistas llegan al balneario de Boí, una cadena atravesada en el camino les obliga a dejar el coche, todo un revés para tan aguerridos deportistas. Remolonean un rato, en el coche se está tan a gusto: calefacción, cómodos asientos y Serge Gainsbourg en el radio-cassette.

¿Para que están aquí? ¿Por qué madrugan más que el sol? Siempre las mismas preguntas. Una vez más les obligan a abandonar el coche.

Con animada charla caminan hacia la presa, amanece pero el sol no está presente.

Al fin están bajo el objetivo, lo recorren con la mirada y lo estudian. Islandis le dicen como III/5 lo definen los libros. Para acometerlo necesitarán de todo su balor y bista (dos de las tres B´s del alpinismo). Se sortean los largos. No se sabe quien es el afortunado.

El primer resalte no presenta problemas, no es necesario ni desenrollar las cuerdas.

El segundo resalte ya tiene otro aspecto, amenazante. Una combinación de hielo escaso, nieve, roca, matojos y agua, un auténtico mixto. La suerte está echada, ahí va el primero. Pertrechado con toda una colección de material aunque realmente no se sabe muy bien que se puede hacer con él. Maldiciones, sufrimiento, matojo tracción, frío, agua, miedo y por fin una campa de nieve, un pino, la seguridad de una sólida reunión.

Por fin la columna final de Islandis se muestra en todo su esplendor aunque estoy convencido de que tuvo días mejores y desde luego más generosos. Aún así la suerte es la suerte y en dos horas de resoplidos y mojaduras, de pasos acrobáticos y repisas lluviosas, de dudas y arrojo el largo (en realidad dos empalmados) está escalado, la cascada está escalada, el objetivo está cumplido.

Durante el descenso por fin al sol la fantasía de unos buevos fritos ( la tercera de las tres B´s del alpinismo) comienza a tomar forma en las mentes de los felices excursionistas.


Fotos y eso en www.korkuerika.blogspot.com/ al que le deseo toda la suerte en la excursión que emprende estos días.

lunes, 4 de enero de 2010

DE COMO UN AMBICIOSO PROYECTO SE TRANSFORMA EN UN DESCENSO NOCTURNO


Sentados en un cómodo sofá de una cara cafetería de Benasque dos jóvenes se sientan delante de un ordenador, hasta ahí todo parece normal. Si nos fijamos en sus pintas empezamos a ver que algo no cuadra, polares con parches, primalofts del quechua, pantalones con tirantes...estos son alpinistas. Sus caras reflejan motivación y dudas, muchas dudas. En la pantalla del portátil aparecen gráficas y pictogramas meteorológicos, alguna foto y croquis. Hablan entre ellos, señalan, hacen gestos, menean la cabeza y hacen otros gestos*. Por fin se levantan y se saludan. Empieza la aventura.


*Consultado un experto no explica que esos gestos expresan:

-“Si hay mucha nieve se aparta”

-“ No, que va a ser hielo rollito Ben Nevis”

-”Ya será menos, con gatos y agarrándose a los cantos de colores se pasa seguro”

-“Pues yo me subo crampones y piolés, non vaia a selo demo”


Las 3 de la mañana en frente de la cafetería cara, entre la niebla aparecen los faros de un coche azul (muy bonito, de esos que podías ganar en la televisión), de un edificio circundante baja uno de los jóvenes, carga esquís y una pequeña mochila. El otro joven desciende del coche y entre los dos, sonrisa en la cara y la mirada, asientan los bultos en el pequeño maletero. Al son de gaitas suben al Hospital de Benasque.


Hace frío pero no demasiado. Se calzan las botas de travesía, están frías y rígidas, hace meses que no se les da uso. Guantes, gorro y gafas (tres de las cuatro G´s del alpinismo), todo listo. A ritmo suave pero constante empiezan a subir por la pista de fondo, al llegar al Plan d´Estan toman el “camino de invierno” hacia el glaciar de Maladetas. Por el camino recuperan una mochila que sibilinamente uno de ellos dejara escondida el día anterior para ahorrarse el subirla hasta allí con semejante día por delante.





Todo parecía un camino de rosas, sin embargo un oscuro presentimiento turbaba a nuestros protagonistas. En la mayoría de los casos si una persona o un alpinista abandona la cama a las 3 de la mañana, se pone a foquear a las 4, a medida que las horas pasan y la madrugada avanza el cielo debe empezar a tomar un color blanquecino (algo bonito de ver). Pero esa madrugada algo no iba bien. Con el transcurso de las horas se hacían más necesarias las frontales.


¿Qué sucedía? ¿Estaba el mundo loco? ¿El tipo que se encarga de encender las luces por la mañana estaba de resaca?


La explicación era más sencilla y a los jóvenes que acompañamos no se les escapaba, sorprendente para alguien que es capaz de levantarse de la cama en pleno invierno a las 3 de la mañana. Aquellos pictogramas y gráficas meteorológicas lo advertían a todos los que quisieran verlo, a los no cegados por la ambición, a quienes no estuvieran poseídos por un optimismo desaforado. Un “huevo frito” no siempre significa buen tiempo.

La desilusión se apoderó del equipo, ¿qué hacer? Sonó un rugido, una buena pista. Darle la vuelta a los esquís y descender en pos de un potente desayuno. El plan era perfecto pero algo fallaba, no conseguían descender, analizaron la situación, hablamos de mentes preclaras no les costó demasiado comprender que con las fijaciones contra la nieve era más complicado deslizarse.


Subsanado el problema, comenzó la bajada. La luna (y las frontales) mostraban la línea, la nieve polvo tres soufflé facilitaba los virajes a pesar de las voluminosas mochilas. Lástima de algún embarque que rompió la armonía del descenso pero al menos el madrugón estaba amortizado.




Y como bonus track unas focas juguetonas que decidieron abandonar la mochila a mitad (más bien y por suerte hacia el final) de la bajada provocaron una nueva subida, ya sin mochila y posterior descenso ya sin mochila y con luz, con lo que a explorar saltos y canales significa. La mañana aprovechada.


Unos buenos güevos fritos (la cuarta de las cuatros G´s del alpinismo) sirvieron como colofón al día, que en realidad estaba comenzando, todo un día para pensar en como llevar a cabo este proyecto...la Sur de Maladetas está esperando.