Nunca digas este cura no es mi padre...

ni por esa chimenea no se cabe. Eso debieron pensar los que en su día decidieron subir por ese marcado diedro a la Punta Gabás en el valle de Lizara, cerca del famoso valle de Echo. Y eso volvieron a pensar Juan y David cuando vieron el off-widht.


Tras una intrépida aproximación por el camino más largo y cerrado de vegetación posible, se vislumbra la pared y las miradas la recorren. Que majestuosos diedros, que bonita escalada, que clásicas; "ah, mira, si son paraboles", ja, ya los diedros se tornan amenazantes, "esa fisura tan ancha no se puede proteger con tan poco material, que lástima". Sin embargo una docena (alguna más) de cintas exprés son suficientes para intentar la línea de relucientes paraboles, que nos atraen como el oro de Alaska a Jack London.

Pero resulta que los paraboles marcan una de esas líneas por las que hay que apretar cual jabalí para ganar unos metros y tras una docena de A-ceros y ver que el segundo largo tiene más ambiente del que un corazón puede aguantar sin infartarse, el suelo parece un lugar tan bueno como cualquier otro para pasar un sábado con los amigos.

Usándo la imaginación para avanzar.

Ya, el suelo...es tan aburrido. ¿Qué pasa con ese diedro? ¿Es tan angosto ese O.W.? Tras 90m desgastando pantalones y camisetas. Comprobando que unas cuantas piezas de material dan para más de lo que parece. Rezando, "cago en dios, unas cuantas piezas de material no me irían mal ahora". Recordando aquella tarde en el O.W. de referencia "Generator" (Yosemite), hay dos maneras de subir por una de estas interesantes fisuras, sufrir o levitar. Ni David ni Juan levitaron por la Punta Gabás pero misteriosamente estaban arriba y tras dos rapeles (por la línea de paraboles) se apresuraban para llegar a tiempo a la cena en el refu.


Desde aquí parece tan inofensivo.

No llegaron pero les guardaron un poquito. Gracias.